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El bloc del cartero

Reflexionar

Lorenzo Silva

Viernes, 12 de Diciembre 2025, 10:22h

Tiempo de lectura: 5 min

Osa uno de nuestros lectores conjugar este verbo que nuestro siglo trepidante casi ha desterrado a la categoría de acción sospechosa, inconveniente o indicativa de debilidad por parte de quien la practica. La gente que corta el bacalao, la que nos influye, inspira, aguijonea y dirige no se permite perder el tiempo en darle un par de vueltas a nada: según viene el toro de los problemas lo torea con desparpajo y devuelve todas las pelotas a bote pronto, no vaya a pasar por un amuermado, un lento, un perdedor. Si no te mueves más rápido que los demás no sales en la foto, que ya no es analógica, ni siquiera real, sino mediada por el algoritmo que todo lo mejora y optimiza y que dicta la tendencia, el éxito, el todo. Muy bien, para quien se conforme con eso. Nuestra vida, por fortuna, posee otras dimensiones.

LAS CARTAS DE LOS LECTORES

Transverbo

La oportunidad hace al maestro o al delincuente o a la libertad. Antes, nadie se divorciaba o abortaba, ni se casaba si era gay o lesbiana, ni presidente si era negro ni ministro o presidenta si mujer, ni chico si nacía chica ni chica si nacía chico, ni persona de alta sensibilidad (PAS). Oigo que han aumentado las personas transexuales en nuestro país (uno de los sitios del mundo donde ser trans es posible), y no digamos las PAS. ¿Qué hubiera pasado con las mujeres, hombres, negros, gais, divorciados y sensibles listos y buenos si no hubieran podido ser ciudadanos de primera? ¿Qué capital humano se perdería? ¿Qué sociedad es más fuerte y feliz: la que admite hilar la justicia con la búsqueda personal de la felicidad individual o la que no? Hace unos meses, una psicóloga me decía que más del 90 por ciento de las personas trans que acudían a su consulta eran personas de altas o altísimas capacidades. Un país con una ley que permite normalizar estas diferencias y unos ciudadanos y empresas que se arriesguen a enriquecerse con lo que estas personas pueden aportar es un país en que me gusta estar y al que defender.

Llanos Alba. Albacete


Si necesitan

más recursos...Han aparecido unos jabalíes muertos por Barcelona, dicen que con peste porcina y que podrían contagiar a los cerdos, una industria que mueve millones en España. Los políticos catalanes no quieren saber nada de España hasta que algo grave les pasa. Han pedido al Gobierno que envíe a la UME para atajar el problema. Resulta paradójico que una enfermedad animal que no afecta a los humanos haya movilizado a esta unidad militar; no ocurrió con la dana valenciana. Mientras flotaban cadáveres en barro, el presidente Sánchez dijo: «Si necesitan más recursos, que los pidan». Me pregunto si habría dicho lo mismo de haber gobernado Ximo Puig.

Agustín Aznar Sánchez. Zaragoza


El olvido de aquel juramento

Hay un juramento antiguo (latino quizá) que intento recordar mientras pienso que la humanidad nunca debería extraviarse… Estábamos en una terraza, en Valencia, tomando una cerveza entre compañeros cuando una persona se desplomó a nuestro lado. Sin importar su nombre ni conocerla, llamamos al 112. Y esperamos. A dos calles, un hospital público; a dos minutos, personal sanitario capacitado. Pero el jefe de urgencias nos recordó que el proceso no permite intervenir fuera del hospital. La ambulancia llegó desde la otra punta de la ciudad, veinticinco minutos después. Cabe recordar que la medicina nació mirando al otro, no al manual. Invertimos en tecnología, en eficiencia… tal vez falte invertir en memoria humanista. A veces los minutos también curan y hay urgencias que no caben en un formulario. Sigo buscando el nombre de aquel juramento. Quizá vuelva cuando alguien mire a los ojos antes de mirar el proceso y los jefes vuelvan a ser líderes.

José Ignacio Ruiz. Valencia


   

Hijos únicos  

En España vivimos tiempos de sequía de hijos; inducida y evitada. Las familias jóvenes tienen muchas dificultades para asumir la responsabilidad de tener descendencia. Los bajos salarios, la carestía de la vida, la vivienda inalcanzable, la inseguridad laboral, contribuyen a generarles mucha incertidumbre en el futuro. Por ello, no tienen, o tienen hijos únicos. A finales del siglo pasado fui padre longevo y primerizo. Deseaba mucho tener una «hija». No quería perderme una experiencia única y para toda la vida. La genética conspiró con mis deseos, y se cumplieron. Me sentí (nos sentimos) muy feliz. Y tuve (tuvimos) muy claro que iba a ser una hija única. La criamos con mucho cariño y no pocas dificultades. A sabiendas de que ser hija única tenía los inconvenientes de sobreprotección, falta de hermanos para compartir, adaptación a los grupos… Mi hija (nuestra) lo sobrellevó con mucha paciencia, esfuerzo, imaginación y fantasía, carácter sociable, buena educación y algunos conflictos generacionales propios del cambio biológico y de un entorno familiar peculiar. Este mes hemos celebrado, dichosos y felices, sus 30 años. Aunque yo la siga llamando «Chiqui», ya no es una niña. Toma sus propias decisiones. Tiene autonomía laboral y social, y concentra todo el amor de mis posibles hijos. A veces me dice: «No sé cómo habría sido tener hermanos, pero me habría gustado». La comprendo, y le digo: «Tal vez, no habrías tenido tantos caprichos ni atenciones, más conflictos, padres compartidos, quizá no serías mi preferida…». Me imagino que algún día pensará: «A la hora de cuidarte (cuidaros) también habría tenido más ayuda». O quizá más disgustos y dificultades, pienso yo. Ya que vamos a tener más hijos únicos, seamos benévolos con ellos. Porque los hijos únicos lo son en el amplio sentido de la palabra.

Víctor Calvo Luna. Valencia


LA CARTA DE LA SEMANA

La escasez del pensamiento

texto alternativo

+ ¿Por qué la he elegido?

Porque mejor nos iría si algunas cosas las pensáramos dos (y hasta tres) veces.

A veces basta con escribir para ordenar los pensamientos. Como coger un hilo y tirar de él. Uno a uno, todos fuera. Los pensamientos son algo fascinante si te detienes a verlo. Un mundo interior en el que nadie puede entrar ni sabe qué pasa más que tú. Algo tan fascinante pero tan común que la gente se habitúa a pensar rápido, como algo corriente dentro de su vida, sin tiempo para reflexionar, el siguiente paso del pensamiento, una parte esencial del razonamiento, que, como dijo Aristóteles, nos diferencia del resto de los animales. Con el ritmo actual, ¿cuándo pensar acerca de nuestra vida? ¿Y de nuestra felicidad? ¿Y de nuestra identidad? Si al ser humano le quitan su razón (su alma racional) se convierte en un simple animal con pulgares prensiles a merced de la explotación de cualquier sistema con un mínimo de ambición. No olvidéis sacar tiempo para pensar, sobre vosotros y lo que nos rodea.

Darío Hernández. Ávila